Matilde es mi madre, y a ella no
le gusta nada la cocina. Sin embargo, cuando cocinaba, todo le salía rico. Uno de sus “platos estrella”,
era el puchero. Cuando lo hacía, el olor impregnaba toda la escalera de nuestra
casa, despertándole el hambre a los que pasaban por la puerta. ¿Verdad,
Almudena?